lunes, 17 de agosto de 2015

Trigo, Música y Vino (Sonorama 2015)


Plaza del Trigo, vino de Ribera, cachis (que no minis) de croquetas, cachis de torreznos, shorts, Ray-ban, camisas florales, bigotes, y sobre todo música, música de la buena.
Otro año más Sonorama ha sido increíble y nos deja con la sensación de haber vivido cuatro días de música que ganan por goleada al resto de festivales que se celebran en toda España y parte del extranjero. Para alguien de Aranda del de Duero sólo se puede explicar lo que significa ya el Sonorama comparando la bajona dominguera que sentimos el día después del festival con la del último domingo de fiestas ¡casi nada!
No queremos hablar mucho de música porque ni sabemos ni estaríamos a la altura, sólo queremos contar Sonorama como lo ven dos chavales de Aranda de pura cepa. Así que... empecemos por el principio.
Foto de un teléfono sacando una foto del concierto de la Plaza del Trigo.
Era miércoles, qué lejos queda ya el miércoles, y los dos tipejos que escribimos este santo blog nos acreditamos como prensa en las taquillas del festival (perdón de antemano por el intrusismo laboral a los periodistas de verdad). Un físico y un publicista codeándose con medios serios y algún que otro artista (lo de codearse era literal, porque fuimos a las taquillas justo cuando más gente había).
El caso es que ya estábamos listos para la fiesta de bienvenida en el camping del parque Gutiérrez; el ambientillo ya podía notarse, aunque le pesara a la lluvia que amenazaba con jodernos el primer día. En la fiesta del camping el cartel casi era lo de menos, los disfraces, el buen rollo y las botellas de Jagger temblando detrás de la barra hicieron el resto (Sonorama 1-0 Lluvia). Ambientazo después en la zona de abajo con los bares hasta la bandera, se rumorea que incluso se vio entrar a alguien en La Cochera. Y cómo no, andaba por ahí Chema Rey para pincharse unos temazos. El caso es que se nos hizo casi de día de vuelta a casa y el jueves por la mañana había que fichar ya en nuestra ya mítica Plaza del Trigo.
El jueves es un día de tanteo, como esos primeros minutos de una final importante en la que los equipos soban la pelota mirándose a los ojos como en un duelo de western. Pero cuando la música comienza a sonar te empiezas a venir arriba, cachi de tinto de verano en la mano por supuesto. Qué vamos a decir de los conciertos de la Plaza del Trigo, desde aquel mítico de Vetusta que es casi una leyenda, el Woodstck arandino, son momentos que dudamos que se puedan vivir en otro festival. Ya nos  recordaron Xoel López, Sidonie y Javier Ajenjo (el sábado en la última rueda de prensa)  algunos gloriosos momentos "del Trigo" como cuando Xoel hizo una aparición sorpresa el día de su cumpleaños para marcarse unos temas de Deluxe; o el concierto de Sidonie con una versión de MGMT hace tres o cuatro años que hizo que se cayera la plaza. Un periodista (de los de verdad) preguntó si no habían pensado sustituir la Plaza del Trigo por un lugar más amplio, y obviamente la respuesta fue que eso es casi imposible. Ya no se puede entender Sonorama sin ese lugar.
Sí, la Plaza del Trigo es ya un clásico, pero es que además por la mañana también hay conciertos en el autobús de Red Bull (en la Plaza de la Sal), donde el jueves pudimos escuchar al grupo Bye Bye Lullaby cuyo sonido nos volvió locos. CONSEJO: Alternar los concieros de la Plaza del Trigo con los del autobús de Red Bull siempre vienen bien para refrescar el gaznate.
El caso es que empalmar el vermú con los conciertos de la noche es una especialidad de los arandinos y de los amantes del Sonorama en general. Y eso es lo que hicimos. Ya por la noche, a los autóctonos se nos reconoce porque estamos bebiendo a la entrada y no solemos entrar antes de la una. Pero entramos, y por ello pudimos ver conciertazos como el de Dorian o el de The Parrots. Joder, sí que fue largo el jueves.

The Parrots dando caña.
Viernes. Hostia, que ya es viernes. El viernes es un día de asentamiento. Ya está el tanteo hecho, ya están las cartas encima de la mesa, y sí: hemos venido a jugar. Y bueno, así es como después de escuchar a Estrogenuinas y Full, acabamos en la Plaza del Rollo. Música, música, vino, música y cerveza. Y algún que otro torrezno, que también hay que coger energía. Ah, y más música. Que sí, que Djs también hay en otros lados, pero es que el ambiente con los Djs en "el Rollo" es inmejorable en las tardes sonorámicas. Podríamos estar allí hasta el fin, pero el viernes tocaba Arizona Baby, y esa es de las pocas excusas que nos hacen ir al recinto antes de lo normal. Y porque no, comer algo en el recinto, o salir fuera donde ya cada arandino tiene su lugar asignado. Quién sabe, igual algún amigo ha traído el coche y en él unos bocadillos (eso al final no pasó). Las primeras muestras de cansancio se empiezan a hacer patentes el viernes, pero eso nos impidió disfrutar de La Maravillosa Orquesta del Alcohol.
¿Cómo que ya es sábado? Vaya, el sábado es el último día, y el cuerpo lo sabe, porque el cuerpo es muy listo y no piensa darte más días de tregua, así que hay que aprovechar. La Plaza del Trigo no defraudó en absoluto (distintos artistas cantando los hits indies nacionales), y el ritual vespertino fue ejecutado como verdaderos profesionales de los que ya saben ir de la Plaza de la Sal a la Plaza del Rollo con los ojos cerrados mientras piden una ronda en los bares del camino. Y sabiendo que no volveríamos en una temporada a vivir esa experiencia, nos plantamos en el concierto de Xoel López.
Como hemos dicho al principio, no queremos hablar demasiado de música porque no estaríamos a la altura, pero hay que hacer una excepción con este tío. Hay que ser músico con mayúsculas (MÚSICO?) para subirte solo al escenario con dos micros, guitarra, armónica, pandereta y demás, y marcarte un lujazo de actuación que, como él mismo reconoció en la rueda de prensa, duda que pudiera hacer en otro sitio que no fuera Sonorama. Y luego está lo de Vetusta Morla, te puede gustar más o menos (a uno de los autores más menos que más, bueno, más o menos), pero el show que montan sobre el escenario y la energía que ponen en cada canción es especial. Y después más, más cachondeo, y más música, y más vino, y más fiesta en el camping, y... se acabó el Sonorama. 
Así es, el Sonorama 2015, en su XVIII edición, ha concluido. Pero resignarse no es una opción, y como gente de Aranda que somos, siempre nos quedará el consuelo de que en un mes tendremos las fiestas del pueblo, donde un cachito del Sonorama de este año seguirá latente en nuestros corazones vasos.