Niños, el
tema de hoy: Series y chicas.
Quitando el
fútbol y los torreznos, pocas cosas hay mejores en esta vida, ni en la otra.
Pero no
queremos hablar de esas mujeres protagonistas, personajes con una evolución vertiginosa (anagnórisis que se dice en el mundillo.
Uno tiene estudios) como Skyler,
una mujer que pasa de abnegada madre a cómplice de narcotráfico, ni de una
secretaria convertida en directora creativa como Peggy Olson, ni de Topanga, oh,
Topanga, ni de Diana la de V, que
nos tenía a todos locos, cómo no, ¡esa mujer comía ratas vivas!
Vamos a
hablar de las otras chicas de las series, de las que no salen en los créditos,
ni siquiera en la ventana de reproducción, que están ahí, en un ladillo.
Hablamos de LAS FEAS (ojo, que lo dicen ellas).
Hablamos de esas
muchachas, por lo visto poco agraciadas pero con tanta iniciativa, que antes de
que hayas empezado a ver el capítulo ya se te han despelotado, así, sin cenar
ni nada, con el estómago vacío sospecho. De ahí que tengan tanto hambre y se quieran
llevar a la boca lo primero que pillen.
Eh, que para mí es encomiable ese
espíritu emprendedor, todo un ejemplo, aunque vayan en pelotas, sí. Todos nos
podemos imaginar la calufa que tiene que hacer dentro de un banner.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0yDuhBWX-x0JJ2FkJiySO10XJPx5HZ1Qc9joi6oUYc1flEtanFqViIKSr9cMnUXxOQnJmVMfYBkrPtZRa0ES8tAS75YJ5LygPtX4uzq9thwo-5z4tFFiHTpRH0kr-yt5G2CPerbNYL6cX/s320/la+foto+1.JPG) |
Estoy sudando tanto por el calorazo que hace aquí dentro. |
Pero
dejémonos de rollos y procedamos a las presentaciones: esta
es Carmen.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij649cv5PxJ2szeiR1wFuN6L6S6RfJxLrrUFbdqTu9Lm7q7x45iXvPQqgcp9Os8XFxoLxpxR9Dsemv-rgsfTI7z0hfns2GeWAZkKJ-86icWtwEs0FEfiMNwT2pHYn_uh8qcCyorbk-xemn/s1600/la+foto+5.JPG) |
Hola-hola, un-dos-tres, soy Carmen. |
Obviamente
no sé cómo se llama, pero yo le llamo Carmen porque ya es como de la familia. Y
aunque la zagala vaya en porretas y se las coma dobladas, le he puesto como mi
Abuela, sí, Carmen, para quitarle ese aire de lascivia desesperada. Hasta donde
yo sé, las Carmen son chicas decentes, de moral respetable, o al menos mi
abuela lo era, mucho, muchísimo, que engendró 5 chiquillos con la luz apagada.
Pues bien,
Carmen y sus vecinas viven en banners, y mientras no las vemos supongo que
harán cosas de vecinas: prestarse la sal, la leche, huevos y poner a parir a la
que falta. Lo normal. Incluso hay alguna más madurita que tiene pinta de hacer
unas comidas buenísimas, de esas que estás en el rellano y dices –huele a comida- pero no te jode.
Entiéndase comida por guiso, que siempre estáis con lo mismo.
El caso es
que ellas están tan entretenidas con sus quehaceres diarios hasta que les debe
sonar una alarma o algo así. Yo lo imagino como una de esas sirenas
ensordecedoras que anunciaban bombardeos del bando nacional en el Madrid de La
Guerra. Pero ellas, en vez de correr y esconderse en el metro, se despelotan, se arrodillan,
y al turrón.
Poco les
importa que te mueras de ganas de ver el final de Breaking Bad o la nueva temporada de Boardwalk Empire, están ahí agazapadas esperando a que le des a Cargar
Capítulo para proponerte una limpiecita de sable.
Dentro de la
ternura que me despierta Carmen (como ya he dicho, es casi de la familia) hay
algo de la actitud de todas ellas que me indigna: su desconsideración. Que
piensen que para mí son más apetecibles que un capítulo de mi serie preferida.
Coño, qué sois feas.
Por no
hablar como publicitario que es uno, porque la cosa tiene miga.
Para
empezar, esta campaña está fatal segmentada, se están dirigiendo a mí con
mensajes de feas cuando yo, desde bien pequeñito, he sido muy de guapas.
Y ese
titular: LAS FEAS NECESITAN UNA POLLA (También)
¿También qué,
quién? ¿Quién más necesita una polla? Ah, claro, las guapas deben ser.
Otra cosa es
mi parte favorita del anuncio, el ¿POR QUÉ?, el reason why, que decimos en el mundillo, por qué su oferta parece irrechazable. Y ahí sí que son contundentes, una vez más no se andan con
preliminares y dan directamente donde más nos duele: en el bolsillo.
¿Por qué
COJONES ibas a PAGAR POR SEXO?, indignados, como si el dinero fuera suyo. Incluso
ponen en mayúsculas el “cojones” por si el enfado no quedaba claro.
¡CLAP, CLAP!
Ovación de la grada. El público en pie. Gallina de piel, que decía Cruyff. Ahí
sí que te han dado. Un argumento irrevocable.
El caso es
que el roce hace el cariño, hay tantos capítulos, y algunos son tan aburridos,
que al final uno acaba poniéndose sentimental y pensando si la pobre Carmen tendrá familia para pasar las
navidades.